Un estudio determina cómo el color de la vajilla o el material de los cubiertos condicionan las sensaciones que produce la comida.
Un mismo alimento puede variar muchas veces no por sus ingredientes sino, simplemente, por cosas tales como el color de la vajilla, su textura o el material del que estén hechos los cubiertos.
Investigadores procedentes de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), el King’s Collage de Londres (Reino Unido) y la Universidad de Oxford (Reino Unido) han colaborado en un estudio que observa las alteraciones en el sabor y percepción de los alimentos provocadas por condiciones externas a los mismos, como son el color y el peso de la vajilla, así como el material del que están hechos los cubiertos que utilizamos al comer.
Betina Piqueras, de la Universidad Politécnica de Valencia (España), es una de las investigadoras que ha participado en este trabajo y explica que hay sensaciones más reales que otras y que, a veces, éstas generan solo ilusiones, como las inducidas a través de los colores.
“En el caso de los colores, la percepción del sabor en la boca es el mismo en realidad, pero, como decía recientemente un psicólogo de los sentidos: “el sabor es toda una ilusión porque entra a través de la vista, a través de lo que escuchamos, de lo que olemos. En realidad, se produce una ilusión, porque siendo el sabor el mismo, el color hace que se modifique”, indica la investigadora.
El estado de saciedad se produce, según el estudio en el que participa Piqueras, “a través del peso del recipiente utilizado para consumir el alimento. En el caso de que tengamos un bol con más peso, se crea la ilusión de que el alimento es más denso. Obviamente, eso es una ilusión porque el contenido es el mismo”.
En el estudio, llevado a cabo por los científicos en relación al material del que están hechos los cubiertos, el efecto, según la investigadora, “era más fisiológico”.
“Esta ilusión es un fenómeno que se llama “transferencia de sensación”. Nos dimos cuenta durante la investigación de que ésta se produce dependiendo de si la cubertería es de metal o de plástico, circunstancia que evidentemente también va asociada a los momentos en los que consumimos un alimento u otro”.
Pero, ¿nos dejamos llevar demasiado por las ilusiones?, la investigadora señala que “no es que nos dejemos llevar, es que nos influyen en una medida que no controlamos, porque se trata de una interacción de los sentidos. Precisamente, el estudio se basa en el hecho de que los sentidos no podemos analizarlos separadamente porque todos forman parte de una construcción en el cerebro, en el que interactúan de una manera que no podemos separar. Entonces, uno se puede preguntar hasta qué punto es una ilusión”.
Como asevera Betina Piqueras: “Estas investigaciones pueden contribuir a que los chefs puedan usar estas ilusiones o efectos para realzar el sabor de los alimentos, para transmitir determinada sensación o experiencia”.
Fuente: Universidad Politécnica de Valencia - España
Un mismo alimento puede variar muchas veces no por sus ingredientes sino, simplemente, por cosas tales como el color de la vajilla, su textura o el material del que estén hechos los cubiertos.
Investigadores procedentes de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), el King’s Collage de Londres (Reino Unido) y la Universidad de Oxford (Reino Unido) han colaborado en un estudio que observa las alteraciones en el sabor y percepción de los alimentos provocadas por condiciones externas a los mismos, como son el color y el peso de la vajilla, así como el material del que están hechos los cubiertos que utilizamos al comer.
Betina Piqueras, de la Universidad Politécnica de Valencia (España), es una de las investigadoras que ha participado en este trabajo y explica que hay sensaciones más reales que otras y que, a veces, éstas generan solo ilusiones, como las inducidas a través de los colores.
“En el caso de los colores, la percepción del sabor en la boca es el mismo en realidad, pero, como decía recientemente un psicólogo de los sentidos: “el sabor es toda una ilusión porque entra a través de la vista, a través de lo que escuchamos, de lo que olemos. En realidad, se produce una ilusión, porque siendo el sabor el mismo, el color hace que se modifique”, indica la investigadora.
El estado de saciedad se produce, según el estudio en el que participa Piqueras, “a través del peso del recipiente utilizado para consumir el alimento. En el caso de que tengamos un bol con más peso, se crea la ilusión de que el alimento es más denso. Obviamente, eso es una ilusión porque el contenido es el mismo”.
En el estudio, llevado a cabo por los científicos en relación al material del que están hechos los cubiertos, el efecto, según la investigadora, “era más fisiológico”.
“Esta ilusión es un fenómeno que se llama “transferencia de sensación”. Nos dimos cuenta durante la investigación de que ésta se produce dependiendo de si la cubertería es de metal o de plástico, circunstancia que evidentemente también va asociada a los momentos en los que consumimos un alimento u otro”.
Pero, ¿nos dejamos llevar demasiado por las ilusiones?, la investigadora señala que “no es que nos dejemos llevar, es que nos influyen en una medida que no controlamos, porque se trata de una interacción de los sentidos. Precisamente, el estudio se basa en el hecho de que los sentidos no podemos analizarlos separadamente porque todos forman parte de una construcción en el cerebro, en el que interactúan de una manera que no podemos separar. Entonces, uno se puede preguntar hasta qué punto es una ilusión”.
Como asevera Betina Piqueras: “Estas investigaciones pueden contribuir a que los chefs puedan usar estas ilusiones o efectos para realzar el sabor de los alimentos, para transmitir determinada sensación o experiencia”.
Fuente: Universidad Politécnica de Valencia - España
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